28.6.08

DIÀLEGS DE CORTESANS, amb una cortesana entremig


MARQUÈS. ¿José?

PEP (estrafent la veu). Hmmmmm. Momento.

(Dos minuts més tard.)

SECRETÀRIA. ¿Digui?

MARQUÈS. ¿Don José Cifuentes y Heredia de Salazar?

SECRETÀRIA. No hi és. ¿De part de qui?

MARQUÈS. ¿Cómo dice?

SECRETÀRIA. Que no está. ¿De parte de quién?

MARQUÈS. De don Joaquín, marqués de Sentmenat.

SECRETÀRIA. No va a estar en toda la semana.

MARQUÈS. Pero ¿no ha sido él quien ha contestado al teléfono?

SECRETÀRIA. Se equivoca: era el conserje.

MARQUÈS. ¡Pero si he marcado el número de su despacho!

SECRETÀRIA. Sí, sí, claro, esto no se lo niego, pero era el conserje, que estaba en su despacho quitando el polvo.

MARQUÈS. Oiga, aparte de que le he reconocido la voz, sepa que los conserjes, por más que estén en el despacho de un jefe quitando el polvo, no descuelgan el teléfono.

SECRETÀRIA. Bueno, es que el que tenemos aquí es algo especial, porque se trata de un alto cargo ahora jubilado y que para redondear la pensión hace este trabajo suplementario. Como usted comprenderá, es una persona de toda confianza y revestido de plena autoridad para descolgar teléfonos.

MARQUÈS. Es una explicación abracadabrante.

SECRETÀRIA. Será todo lo abracadabrante que usted quiera, pero así es.

MARQUÈS. Dígale que se ponga al aparato.

SECRETÀRIA. ¿Quién, el conserje?

MARQUÈS. No: José.

SECRETÀRIA. Que diu que t’hi posis.

PEP. Sí, oi. Després del moc que em va fotre la setmana pasada... L’hi diré tot a la Fransuàs, ja vorà.

SECRETÀRIA. Que dice que se lo va a contar todo a Fransuás, ya verá, ya.

MARQUÈS. Ah, pues que le dé recuerdos de mi parte.

SECRETÀRIA. Que diu que li donguis records de part seva.

PEP. No, si a sobre encara se’n fot.

SECRETÀRIA. Dice que encima aún se recochinea.

MARQUÈS. ¿Qué tengo que hacer para que me perdone?

SECRETÀRIA. Que diu que a vere què ha de fer perquè el perdonis.

PEP. ¡Que què ha de fer! ¡Que se’n vagi a parir panteres, això és el que ha de fer!

SECRETÀRIA. Josep, però és que dius unes coses que no les puc traduir.

PEP. ¿I per què has de traduir res, tu? Enraona-li en català, dona. ¡Sempre hem de ser nosatros els d’afluixar! ¡Si no t’entén, que el bombin! ¿No veus que aquest és un collons de botifler?

MARQUÈS. No hace falta que usted me lo traduzca porque lo he captado todo.

SECRETÀRIA. Llavors, ¿jo que haig de fer? És que estic entre dos focs i rebo de banda i banda.

MARQUÈS. Por favor, señorita, dígale que se ponga al aparato.

PEP. ¡Que no, que no i que no!

SECRETÀRIA. Diu que no, que no i que no.

MARQUÈS. Hala, Pepito, no seas así. Simplemente el otro día pequé de sincero. Señorita, hágame caso: póngale el aparato al oído, que voy a susurrarle un par de palabras conciliadoras.

SECRETÀRIA. Jo ja no sé a qui haig de creure. Au, Josep, sisplau, posa-t’hi.

MARQUÈS. Joselín, no te lo tomes así, hombre. Mira, en cuanto nos veamos voy a comprarte un helado de tres bolas, ¿te parece?

PEP. ¿I ara què busca, vostè?

MARQUÈS. Que hagamos las paces, nada más que esto.

PEP. Es que el otro día me ofandió mucho.

MARQUÈS. Pues retiro lo dicho y ya está.

PEP. ¿Y qué aspera de mí?

MARQUÈS. Que no me dejes en la estacada, José, que soy hombre al agua. ¿No estás al corriente de lo que traman contra mí?

PEP. Sé cuatro vagadades.

MARQUÈS. Existe un complot para abolir los censos. ¿Te parece poco?

PEP. El otro día me la hiso muy gruesa.

MARQUÈS. Por lo que más quieras, ayúdame. No les basta con la ley de la memoria histórica, que ahora organizan una fiesta del buen recuerdo. Tienes que jurarme fidelidad.

PEP. ¿Yo a ustet?

MARQUÈS. Pues claro. No va a ser yo a ti. Anda, coge una biblia.

PEP. Pero si aquí no gastamos bibblias de ninguna clase.

MARQUÈS. ¡Habrase visto! ¡Una sede oficial del gobierno y no tener biblia! Bueno, pues coge un sucedáneo.

PEP. ¿Y qué es un susadáneo?

MARQUÈS. Pues algo que equivalga a una biblia. ¡Si serás zoquete!

PEP. Voy a ver si por allí sircula alguna cosa que haga el hecho. Un sagundito, ¿eh, sañor marqués? (Al cap de tres minuts.) Mire, lo único que he podido ancontrart es una hoja diosasana que la Jartrudis llavaba al bolso.

MARQUÈS. Déjate de zarandajas y atiende a mis instrucciones. Híncate de hinojos.

PEP. ¿El qué?

MARQUÈS. Que te pongas de rodillas.

PEP. ¿Y a dónde voy a irt a buscart un raclinatorio?

MARQUÈS. ¡Que te pongas de rodillas, he dicho!

PEP. Bueno, bueno, calma. Ya me tiene de rodillas.

MARQUÈS. ¿Estás dispuesto? Empecemos, pues. Abrenuncias Satanae?

PEP (silenci).

MARQUÈS. Venga, di “abrenuncio”.

PEP. Abernuncio.

MARQUÈS. Et omnibus operibus eius?

PEP (nou silenci).

MARQUÈS. Di “abrenuncio”, hombre.

PEP. Abernuncio.

MARQUÈS. Et omnibus pompis eius?

PEP. Mire, sañor marqués, yo esto no lo veo nada claro.

MARQUÈS. ¿No dijiste que en latín ibas muy aventajado?

PEP. Sí, pero esto del pompis aún no me ha salido, y, no sé, me hase muy mala aspina todo esto. Me pienso que ustet se propone ajarsert el darecho de cuja sobre nosotros los machos.

MARQUÈS. ¡Di “abrenuncio” de una maldita vez!

PEP. Bueno, hombre, bueno, ya abernuncio.

MARQUÈS. Acabas de sellar conmigo un pacto de vasallaje que no podrás romper so pena de lesa majestad y alta felonía. Cuidadito con tus insurrecciones, monín. Hasta la próxima. (Clic.)

PEP. ¡Ay la madre del Tano! ¿Dónde me he matido, ahora?