13.9.08

DIÀLEGS DE CORTESANS. L’alumne Vilaró en capella


MARQUÈS. ¿Qué, José, cómo estamos?

PEP. Lo que es yo, en capilla.

MARQUÈS. ¡Qué me dices!

PEP. Es que el lunes que viene me axamino de la asignatura pandiente, y no vale a badart. Como que este varano me he tomado los daberes un poco a la fresca, ahora me toca racupar lo pardido.

MARQUÈS. ¿Y te queda mucho por hacer?

PEP. La traducsión ya la tengo hecha, pero astoy a medio laer la novela de caballaría. ¡Ay, sañor marqués, cómo anvidio aquellos tiempos!

MARQUÈS. ¿Qué es lo que envidias?

PEP. La caballaría.

MARQUÈS. Pero si hoy en día, por desgracia, cualquier mujer es una dama y cualquier hombre un caballero.

PEP. No, yo me rafiero a la forra que llavavan aquellos hombres al cuero caballudo.

MARQUÈS. Pues como no te pongas un tupé lo veo difícil.

PEP. Ni habblar del paluquín.

MARQUÈS. Entonces hazte un implante como Bono.

PEP. Astá de broma, ustet.

MARQUÈS. Bueno, cuéntame tus andanzas con el libro este.

PEP. Nada, que el profasor me ancargó que layera el Quijote. Yo comatí el arror de dasir que ya me lo sabía de mamoria, y antonsas me lo cambió por Las monsergas de Asplandián, que es un hueso duro de rosagart. Y ahora lo tengo de acabart a marchas forsadas, porque te ponen un axamen ascrito que te praguntan, un suponert: “¿Es vardat que la tía abuela del protagonista se dasía María de las Marsedes?” O bien: “¿Es vardat que esta tía abuela iba todos los primeros viernes de mes a comulgart?” Pero las praguntas todavía pueden ser más capsiosas, como por ajemplo ésta: “¿Es vardat que la tía abuela del protagonista se dasía María de las Marsedes y que iba todos los primeros viernes de mes a comulgart?” Y puede ser que la primera afirmasión sea sierta y la sagunda falsa, o al ravés, o que todas dos sean vardat, o todas dos mantida..., y ambolica que hase fuerte.

MARQUÈS. Sí, claro, te lo ponen difícil. ¿Y lo de la traducción?

PEP. He triado una cansión catalana que en mi varsión hase así: “Con la lus de tu mirart has alumbrado mi vida. Si me querieses amart...”

MARQUÈS. Se dice quisieras o quisieses.

PEP. ¿Que no ve que toda esta tirallonga no hay forma humana de ancabirla en un solo verso?

MARQUÈS. No seas mentecato, hombre: es una forma o la otra, a elegir.

PEP. Ah, bueno, así ya raspiro. Calle, que me lo apunto. Es que entre quisiera y siquiera siempre me armo un lío. A vert: qui-si-e-ras. Ya astá.

MARQUÈS. Como no te esmeres, van a suspenderte de nuevo.

PEP. No me diga esto, sañor marqués, que me he asmarado a más no podert. Prasisamente el astribillo me ha hecho pravaricart, porque no lo podía tradusir litaralmente por “Rosón, Rosón”, que parasaría que astoy anamorado de aquel menistro de la Usedé. Y, por más inri, todas las opsiones que me vanían a la cabesa eran apallidos de hombres: Ansón, Garsón, atsetra. Al último, daspués de mucho palayart, se me ha acudido una solusión salamónica. A ver qué le parese (cantant): “Ancarnasión, lusero de mi vida, Ancarnasión, no dashagas mi ilusión.”

MARQUÈS. Horrible. ¿No podías haber elegido algo mejor que esta cursilada?

PEP. ¿Como qué?

MARQUÈS. No sé... Un brindis, por ejemplo.

PEP. De brindis sólo se me acude el “A babert, a babert y apurart”, pero éste ya astá en castallano.

MARQUÈS. Pues el de Cavalleria rusticana, por decir uno. Y, mira tú por dónde, no te habrías movido del mundo caballeresco.

PEP. Es que no tengo tiempo matarial para variar de planes. El axamen es el lunes.

MARQUÈS. Ya, ya.

PEP. Y aún me queda por laer media parte de Las monsergas de Asplandián.

MARQUÈS. Sí, ya me lo has dicho.

PEP. Y te hasen unas praguntas de aquello más capsiosas.

MARQUÈS. Y dale. (Clic.)

PEP. Y... ¿Y que más le tanía de asplicart?