23.12.08

DIÀLEGS DE CORTESANS. Els Pastorets


MARQUÈS. José, eres ilocalizable.

PEP. Bueno, es que estos días, con los ansayos, ha habido mucho ajatreyo. Es que mañana raprasantamos, ¿eh?

MARQUÈS. Ya me lo figuro. ¿Lo tenéis todo listo?

PEP. Todo.

MARQUÈS. No me has contado todavía el argumento.

PEP. Es muy sansillo. Ampiesa que se siente un rapique que avisa para la misa del gallo y va sonando esta cansión: “Campana sobre campana, y sobre campana una. Asómate a la vantana y varás el Niño a la cuina. Balén, campanas de Balén, los anjalitos cantan: ¿Qué hay para comert?” La obra, ¿sabe?, astá anfocada de cara a la manduca. Ah, porque una cosa que no le había dicho: cuando me raincorporé al trabajo vine aquí con el guion fotocopiado y lo rapartí entre el parsonal del dapartamento. Yo ya actué con un poco de murriaría. Cada uno se fue adjudicando un papel, pero rasultó que el de niño Jasús se cadó sin pratandiente. Y al final, con aire de dascomido, dije: “Bueno, pues de niño Jasús ya haré yo.”

MARQUÈS. ¿Y vas a salir allí desnudo?

PEP. Dasnudo y entre un buey y una mula de vardat.

MARQUÈS. ¿De dónde los vais a sacar?

PEP. Del parque de las fieras.

MARQUÈS. ¡Dios mío! ¿Y tú allí tendido, con aquella cochambre alrededor?

PEP. Prasisamente por esto, sañor marqués.

MARQUÈS. No me cabe en la cabeza.

PEP. Es muy fásil de antandert, hombre. La funsión ampiesa con suspense, porque como que han cantado que varán el Niño a la cuina, el púbblico se piensa que a la major lo han hecho con samfaina. Y no: simplamente es que yo, aprovachando un dascuido de la Virgen, me había ido allí de cuatro grapas a ver qué había por comert. Mientras me vuelven a ponert a la comadora, ya han llagado las chicas del vasinado a ver qué pasaba. Y ahora es cuando viene aquello de la chochambre que dasía ustet.

MARQUÈS. La cochambre.

PEP. No, no: la chochambre.

MARQUÈS. Pero ¿es que presentas a san José chocheando?

PEP. ¡Santa ignosensia, sañor marqués! Póngase a mi lugar, ya vará. Ustet sierre los ojos.

MARQUÈS. ¿A qué viene esta comedia?

PEP. Mantalmente sierre los ojos, hágame caso.

MARQUÈS. Digamos que ya los tengo cerrados.

PEP. Ahora imagínese que ustet astá astirado de pansa arriba y en medio de un ruedo de jovansitas que le cantan la non-non. Ya puede abrir los ojos. ¿Qué praspactiva ve?

MARQUÈS. ¡Si serás marrano!

PEP. Y daspués vienen quinse pastores de la Sardaña con queso y matón.

MARQUÈS. ¿Los quince con sendos obsequios?

PEP. Ahora que lo dise, ¿cuántos son sendos?

MARQUÈS. Quince.

PEP. ¿Tantos?

MARQUÈS. Pues claro.

PEP. ¡Mosca!

MARQUÈS. ¿Qué ocurre?

PEP. Nada, que en el tabblón de anunsios hay un cartel que dise que mañana nos obsaquiarán a los amplayados con sendas paneras, y ahora veo que tandré de alquilart una furgoneta de mudansas para llavármelas todas a casa.

MARQUÈS. No, hombre: sendos significa uno por barba.

PEP. Cada ves lo antiendo menos.

MARQUÈS. Venga, acaba de contarme tu obra.

PEP. Vienen los Reyes Magos a adorarme y llavarme ragalos.

MARQUÈS. Oro, incienso y mirra, ya lo sé.

PEP. Qué va: un parnil pata negra, turrones y niebblas, y champán y vino blanco. Todo para el Nene.

MARQUÈS. Será a repartir entre la Sagrada Familia, ¿no?

PEP. Con mis padres astoy a partir un piñón, pero más ya no, ¿eh? Fialcabo soy yo que he nasido.

MARQUÈS. Menuda comilona, pues.

PEP. Me pasará como a las otras navidades, que siempre me tengo de tomar media cucharada de vino carbonado. Ah, pero aún faltan las postres.

MARQUÈS. ¿Qué postres?

PEP. Que cantan: “El dimoni llança un bram i, encès d’ira, es subleva; que a Betlem s’ha encès un flam que il·lumina els fills d’Adam i d’Eva i d’Eva i d’Eva.” Y es que han ansandido el flam porque lo hasen con rom cramado. Y aprovachando que tanemos el Pedro Botero anfurismado porque han hecho un fuego más apatitoso que el infarnal, unos cuantos pastorsillos han ido a afanarle una garrafa de la bota del rincón.

MARQUÈS. En fin, que todo va de cuchipanda.

PEP. Ya se lo he dicho.

MARQUÈS. Pues que tengas felices fiestas.

PEP. Falises fiestas y prósparo año nuevo.

9.12.08

DIÀLEGS DE CORTESANS. Recuperació d’una malaltia llarga


MARQUÈS. ¿José?

PEP. Hola, sañor marqués.

MARQUÈS. Llevo semanas tratando de localizarte y no ha habido manera. Siempre me decían que estabas de baja.

PEP. Afactivamente.

MARQUÈS. ¿Qué ha sido?

PEP. Naigamiento.

MARQUÈS. ¿Un qué?

PEP. Una anfarmadat que ya no se astila pero que es muy traidora.

MARQUÈS. Caramba. ¿Te has repuesto ya?

PEP. Hombre, me ha costado lo mío. Es que es un golpe muy fuerte, ¿eh? Y todo vanió de un hecho sin importansia.

MARQUÈS. Es como suelen venirnos la mayoría de los achaques.

PEP. Fue la vagilia de Todos Santos, que habíamos convidado a casa un matrimonio que el hombre es mi supariort al dapartamento, y caríamos cadar bien con ellos. Todo se prasantaba normal: habíamos comprado un kilo y medio de panalletes y un buen moscatel...

MARQUÈS. ¿Y qué?

PEP. Pues que nos comparasieron con sus dos hijos, y fue aquello de “huestes vanieron que de casa nos trajeron”.

MARQUÈS. ¿El qué?

PEP. Mire, yo en esto soy bien difarente de Jasucristo, que dasía: “Dajat que los niños se acuesten a mí.” Yo, a la que veo canalla, lo primero que digo es: “Apartat las criaturas.”

MARQUÈS. ¿Qué mal te han hecho?

PEP. Siempre sales ascaldado. Oh, y éstos porque no los conose. Cuando llagaron, el padre dijo que saría major que los paqueños astuvieran a la sala de astar mirando la talavisión, y así nosotros podríamos habblar de nuestras cosas. Sí, talavisión me has dicho... Entre todos dos se nos cruspieron la safata de panalletes.

MARQUÈS. ¡Arrea!

PEP. Ya lo puede bien dasir, ya. Se ve que si uno es un Gargantúa profundo, el otro es un Pantacruel.

MARQUÈS. ¿Y entonces qué hicisteis?

PEP. Pues yo covando las castañas y los damás, mientras tanto, comiendo moniatos.

MARQUÈS. ¿Y tú no probaste bocado?

PEP. ¿Cómo quiere que comiese nada si del disgusto se me cortó la gana en seco? Oh, y lo paor fue daspués, porque me iba dacandiendo, dacandiendo, y llagó un momento que tanía muy mala piesa al talart. Hasta que los de casa, viendo que me naulía de aquella manera, hasieron un golpe de cabesa y me llavaron tres sammanas al Pirineo.

MARQUÈS. ¿Al Pirineo?

PEP. Suerte de esto, porque, si no, no la cuento.

MARQUÈS. ¿A tomar aires?

PEP. A tirar padritas al río.

MARQUÈS. ¿Qué?

PEP. Es el único ramedio, sañor marqués. Y grasias a este gesto me he rastabblasido.

MARQUÈS. Vaya cosas.

PEP. Es la madasina tradisional, porque en esto no hay médicos que valgan. Pero, mire, no hay mal que por bien no venga, porque cuando ya ampasé a verme las orejas, podí ramatart aquello de los Pastorsillos que me habían ancarragado.

MARQUÈS. ¿Aún colea?

PEP. Prasisamente esta mañana he tanido una alagría... ¿Qué?

MARQUÈS. ¿Oye?

PEP. Nada, sañor marqués, es que me disen que tengo de irt al daspacho del Bustos. Si me llama el viernes se lo acabo de asplicart.

MARQUÈS. Hasta entonces, pues.