28.2.08

DIÀLEGS DE CORTESANS. Eleccions a la vista


MARQUÈS. ¿José? Soy don Joaquín.

PEP. Huy, me coge en mal momento.

MARQUÈS. ¿Qué ocurre?

PEP. Que astoy muy atrafagado.

MARQUÈS. ¿No será que aún no has hecho nada de lo mío?

PEP. No, es que con esto de las alacsiones se me ha girado una faenada que no me deja raspirart. Ahora mismo me acaban comunicar que en el mitin de mañana a Bigas y Rieles tengo de haser de talonero.

MARQUÈS. ¿Y qué pintas tú allí?

PEP. ¿Sabe aquel himno raligioso que dise “Cantemos al amor de los amores”? Pues lo he de intarpratar con la letra cambiada y a ritmo de roque duro.

MARQUÈS. Ay, Dios mío.

PEP. Es para ponert un poco de alagría al ambiente. Mire, hase así: “Ha vuelto ya el Asnar de los Asnares, ha vuelto a rabusnaaaaaaaaaaaaaar.” Y entre “vuelto a” y “rabusnar” tengo de bramar tres golpes saguidos.

MARQUÈS. Me parece de dudoso gusto, por no decir execrable.

PEP. Oh, si ellos atacan nosotros nos volvemos. Ah, y daspués viene la sasión de fotos. Por sierto, ¿no me vio ratratado en El Pariódico con la María Tresa Farnandes de la Vega? Esta ves tandré ocasión de posart al lado del Falipe i el Sapatero.

MARQUÈS. Yo te llamaba para que sepas que, si surge alguna novedad, durante un par de semanas estaré ausente de Barcelona.

PEP. Caramba.

MARQUÈS. Voy a Francia con motivo de un congreso de nobleza.

PEP. Pues a ver si me lleva unas cuantas ampollas de jarés.

MARQUÈS. ¿Tú te crees que me desplazo al extranjero para comprar jerez?

PEP. Hombre, cuando pase por allí.

MARQUÈS. Pero ¿dónde te imaginas que está Jerez?

PEP. A la frontera. ¿Dónde quiere que asté?

MARQUÈS. Hala, no se hable más. Por lo visto, tú sólo piensas en engullir.

PEP. Que no, que también pienso en otras cosas. Pero si tengo un buen choriso de cuerpo prasente, no padesca, que no me torbo a cantarle el requies Cantimpalo.

MARQUÈS. Oye, ¿verdad que tú hablas el fracés con soltura?

PEP. Hombre, en siertos aspectos sí. Hase dies años me apunté a los cursos de Francés de Carreras, y, como que mi aspasialidat era la arcaldía, domino el vocabulario propio de este ramo, verbigrasia hotel de vile, mesié le mer, suayé le bianvení, je vu sui tre reconesán, y cosas por el astilo. Ahora, si me hase tradusir sangre asul o visconde, aquí ya me pierdo. ¿Por qué me lo praguntaba?

MARQUÈS. Por nada, porque nos falta un intérprete.

PEP. Es que tengo algunas dafisiensias. Mire, por San Valantín mi asposa me ragaló el DVD de Amelíe, que es una palícula fanomanal, y la vimos en varsión fransesa pero subtitulada en aspañol porque yo me hubiese antrabancado. Ahora que no nos sienten, tienen una manera de habblar muy racargolada, ¿eh?

MARQUÈS. Ya lo creo.

PEP. Pero, bueno, la cuastión es que astábamos amelia lus los dos y al menos podíamos haser manitas.

MARQUÈS. ¡Ay, juventud, juventud! Bueno, hasta la próxima.

PEP. Y a ver si vota al Pasoe.

23.2.08

Una mà renta l’altra


Quan tants altres malviuen en la inòpia
i, tristos, fan sonar el sac de gemecs,
a tu t’han abocat la cornucòpia
i bufes cornamuses de set becs.

Tal com s’estila dins del clos de l’Opus,
que l’amic auxilia l’amiguet,
t’han reclutat enmig del reng dels dropos
perquè un feiner al costat els compromet
.

15.2.08

Avís


Eres un candidíssim candidat,
i et pintaven auster com la capella
de Santa Caterina, gens trapella,
i més mansoi que un anyellet sanat.

Pro això és molt llaminer, i, tan aviat
com vas trobar el gustet a la mamella,
vas engrapar la dida per l’aixella
fins que la deu de llet se t’ha estroncat.

Ara, tingues present que hi ha el corcó
d’aquell gran filldeputa de cal Ros,
i, si comprova que t’esgresques gaire

a treure faves d’olla, Vilaró,
entre altres sobrenoms de tots colors,
et penjarà el d’exbatlle bitlletaire.

8.2.08

DIÀLEGS DE CORTESANS. Grans inundacions


MARQUÈS. ¿José?

SECRETÀRIA. ¿Quién llama?

MARQUÈS. Don Joaquín.

SECRETÀRIA. Ahora no está aquí. Un momento, que voy a ver si lo localizo.

(Tres minuts després.)

PEP. Dígame.

MARQUÈS. ¿Cómo has tardado tanto en ponerte al aparato?

PEP. Aspérese, que voy a mi daspacho. (Un minut després.) Sí, dígame. Ya astoy por ustet.

MARQUÈS. Pero ¿qué significa todo esto?

PEP. Ay, sañor marqués, es que me pasa cada una... He ido al ascusado por una nasasidat y he tanido penas y trabajos por salir con vida: todo el tierra lleno de aguas manores.

MARQUÈS. ¡Con qué cosas me sales!

PEP. Ya me agradaría ver qué diría si se ancontrara ustet con este mojadero.

MARQUÈS. ¿Tan guarra es la gente aquí?

PEP. No es la gente: son ellas. Porque en esta sacsión sólo trabajamos yo y siete sacratarias.

MARQUÈS. Difícil me resulta admitir que una mujer pueda hacer esas porquerías.

PEP. Pues ya puede subir de pies. Y esto que ellas tienen su propio ratrete, con una pamela bien grande dibujada a la puerta. Pues no, tienen de irt al mío y dajármelo todo inundado.

MARQUÈS. Pues, oye, si tienes un lavabo exclusivo para ti, asunto concluido. Para eso están las cerraduras.

PEP. Sí, hombre, nada más faltaría que ampasara a ascampar sarraduras, que todavía se angrascarían más a orinart ansima.


MARQUÈS. ¿Y a qué se debe que te hagan esas trastadas?

PEP. Bueno, yo creo que es una la que me las hase. Es claro que no lo puedo asagurar, pero me parese que es una vangansa de la Jartrudis, que me mira de cola de ojo porque pratandía mi cargo y se ha cadado como sacrataria rasa. Pero es que es una indasensia. Ahora imagínese que por allí sircula un óvalo famanino y me deja ansinto. ¿A quién voy a raclamar daños y prajuisios, yo? Oh, y a mi adat, saría la riota de todo el parsonal.

MARQUÈS. ¿No has tomado ninguna medida disuasoria?

PEP. Dis... ¿qué?

MARQUÈS. Disuasoria: una medida encaminada a evitar que vuelvan a las andadas.

PEP. Hombre, disusorio saría el sistema de patacada catacrío. Pero como que ahora se ha puesto de moda habblar tanto de la violensia de génaro, tienes de ir con pies de plomo a no propasarte.

MARQUÈS. Ni tanto ni tan calvo, José. Hay formas civilizadas de conseguir que la interesada se dé por aludida.

PEP. Ah, esto sí. Mire, yo soy contrario a ansusiar paredes, pero la ves que viene que me lo ancuentre todo lleno de pisaradas, cojo el ratuladort y ascribo: “Pisa, morena, pisa con garbo, que un orinario, que un orinario te voy a hasert.” ¡Qué tantos romanses!

MARQUÈS. A ver si así lo arreglas. Oye, yo te llamaba para cerciorarme de que habéis recibido mis instancias.

PEP. Sí, sí, prasisamente esta mañana las he timbrado.

MARQUÈS. Cuidado con que no se traspapelen, ¿eh?

PEP. No padesca, que yo lo llevo bien.

MARQUÈS. Bueno, ya me mantendrás informado del curso que siguen.

PEP. Con toda puntualidat.

MARQUÈS. Hasta otra, pues. Y que te seques.

PEP. Ya lo puede bien dasirt, ya.

2.2.08

DIÀLEGS DE CORTESANS. Influències


MARQUÈS. ¿Josefino?

PEP. ¿Ya volvemos? Mire, no me toque el vueravío, ¿eh?, que me sube la mosca a la narís.

MARQUÈS. No te lo tomes así, hombre; sólo era una broma cariñosa. ¿Qué, cómo anda todo?

PEP. Ahora, bien, ya estoy rahecho, pero si me hubiese trucado hase una hora, astaba que no podía dasirt haba.

MARQUÈS. ¿Cómo es eso?

PEP. Pues que me hasen ver la padrina. Con la ascusa de que soy asasort immobiliario, a la que se mueve una cosa, ni que sea una simple hojuela, allá tiene de irt el José a rapararla. Me parese que aquí sólo me quieren para tapart horados. Y como que disen que la saliva ayuna angancha más que el aguacosido, me tienen hasta las dies sin habert angolido ni un triste café con leche.

MARQUÈS. Pero eso es muy cruel, ¿no?

PEP. ¡Asplíquemelo a mí! Yo ya me he cajado no sé cuantas veses, y siempre me disen lo mismo: que ya me asandarán cuando corrasponga. De momento tan sólo me han asandido una ves, y fue por una hora, cuando con el prasidente de la Diputasión racorrimos con licóptaro la área del Vallés.

MARQUÈS. Caramba, qué breve.

PEP. Ya le digo, un suspiro.

MARQUÈS. Has perdido ascendencia en el partido, ¿no es así?

PEP. He pardido asandensia, dasandensia y qué sé yo cuántas cosas más. Hasta hase poco, la ajacutiva de Sammanat la formábamos yo y la Fransuás, pero de golpe y vuelta los de arriba lo han trastocado todo. Hasta incluso han hecho antratoques a los antigos malitantes por ver si los podían racupart. ¡Imagínese!

MARQUÈS. ¿Y ésos cómo respiran?

PEP. Dise que se lo astán pansando.

MARQUÈS. Es que tal vez, con la vieja guardia reincorporada, mis planes urbanísticos se van al garete. Por cierto, ¿has hecho alguna gestión en la Diputación?

PEP. Prasisamente hoy he bajado a almorsar con el Bustos y otros siete peses gordos y les he anfocado el asunto.

MARQUÈS. ¿Ah, sí? ¿Y cómo se lo han tomado?

PEP. Tan buen punto les he ansinuado aquello de aumantar la cuota de adificabilidat, el Bustos salta y dise: “Si siempre nos has de vanir con patisiones de esta clase, ¡paga y vámonós!” Total, que ellos han tocado el pirandón y yo me he tanido de cadart a gratarme el bolsillo. Ya lo ve: cornudo y paga el babert. Mire, creo que lo major sará que ustet prasente un crosquis de lo que pratende hasert, y yo ya me ancargo de sallarlo y haserlo aprobart.

MARQUÈS. De acuerdo. Mandaré redactar el memorándum y todo lo que haga falta. Pero confío en tus buenos oficios.

PEP. En mis buenos ofisios y banafisios.

MARQUÈS. En cuanto lo tenga listo te vuelvo a llamar.

PEP. A mandart.

MARQUÈS. Adiós, chatito.

PEP. Que ustet lo pase bien, sañor marqués.