9.12.08

DIÀLEGS DE CORTESANS. Recuperació d’una malaltia llarga


MARQUÈS. ¿José?

PEP. Hola, sañor marqués.

MARQUÈS. Llevo semanas tratando de localizarte y no ha habido manera. Siempre me decían que estabas de baja.

PEP. Afactivamente.

MARQUÈS. ¿Qué ha sido?

PEP. Naigamiento.

MARQUÈS. ¿Un qué?

PEP. Una anfarmadat que ya no se astila pero que es muy traidora.

MARQUÈS. Caramba. ¿Te has repuesto ya?

PEP. Hombre, me ha costado lo mío. Es que es un golpe muy fuerte, ¿eh? Y todo vanió de un hecho sin importansia.

MARQUÈS. Es como suelen venirnos la mayoría de los achaques.

PEP. Fue la vagilia de Todos Santos, que habíamos convidado a casa un matrimonio que el hombre es mi supariort al dapartamento, y caríamos cadar bien con ellos. Todo se prasantaba normal: habíamos comprado un kilo y medio de panalletes y un buen moscatel...

MARQUÈS. ¿Y qué?

PEP. Pues que nos comparasieron con sus dos hijos, y fue aquello de “huestes vanieron que de casa nos trajeron”.

MARQUÈS. ¿El qué?

PEP. Mire, yo en esto soy bien difarente de Jasucristo, que dasía: “Dajat que los niños se acuesten a mí.” Yo, a la que veo canalla, lo primero que digo es: “Apartat las criaturas.”

MARQUÈS. ¿Qué mal te han hecho?

PEP. Siempre sales ascaldado. Oh, y éstos porque no los conose. Cuando llagaron, el padre dijo que saría major que los paqueños astuvieran a la sala de astar mirando la talavisión, y así nosotros podríamos habblar de nuestras cosas. Sí, talavisión me has dicho... Entre todos dos se nos cruspieron la safata de panalletes.

MARQUÈS. ¡Arrea!

PEP. Ya lo puede bien dasir, ya. Se ve que si uno es un Gargantúa profundo, el otro es un Pantacruel.

MARQUÈS. ¿Y entonces qué hicisteis?

PEP. Pues yo covando las castañas y los damás, mientras tanto, comiendo moniatos.

MARQUÈS. ¿Y tú no probaste bocado?

PEP. ¿Cómo quiere que comiese nada si del disgusto se me cortó la gana en seco? Oh, y lo paor fue daspués, porque me iba dacandiendo, dacandiendo, y llagó un momento que tanía muy mala piesa al talart. Hasta que los de casa, viendo que me naulía de aquella manera, hasieron un golpe de cabesa y me llavaron tres sammanas al Pirineo.

MARQUÈS. ¿Al Pirineo?

PEP. Suerte de esto, porque, si no, no la cuento.

MARQUÈS. ¿A tomar aires?

PEP. A tirar padritas al río.

MARQUÈS. ¿Qué?

PEP. Es el único ramedio, sañor marqués. Y grasias a este gesto me he rastabblasido.

MARQUÈS. Vaya cosas.

PEP. Es la madasina tradisional, porque en esto no hay médicos que valgan. Pero, mire, no hay mal que por bien no venga, porque cuando ya ampasé a verme las orejas, podí ramatart aquello de los Pastorsillos que me habían ancarragado.

MARQUÈS. ¿Aún colea?

PEP. Prasisamente esta mañana he tanido una alagría... ¿Qué?

MARQUÈS. ¿Oye?

PEP. Nada, sañor marqués, es que me disen que tengo de irt al daspacho del Bustos. Si me llama el viernes se lo acabo de asplicart.

MARQUÈS. Hasta entonces, pues.