6.6.08

DIÀLEGS DE CORTESANS. Èxit espaterrant


PEP. ¿Digui?

MARQUÈS. Oye, se ve que yo ya no cuento para nada. No te has dignado llamarme para ponerme al corriente de cómo se desarrolló el evento.

PEP. Ya me dispansará, sañor marqués, pero es que astoy astanuado: toda la sammana que voy de bólido, con el ajatreyo de las rauniones y dalibarasiones por sert a tiempo de proponert ammiendas parsiales a la ponensia congrasual del partido.

MARQUÈS. ¿Y qué enmiendas tenías tú que proponer?

PEP. Las que garantisan el darecho de raprasantasión.

MARQUÈS. ¡Cómo! ¿No tenéis reconocido este derecho?

PEP. En taoría sí, pero cuando te lees la letra manuda ves que se dejan lo más fonamantal.

MARQUÈS. ¿En qué consiste?

PEP. Pues es muy sansillo: yo que me he prasantado varias veses por arcalde, me considero con darecho a raprasantarme una ves más.


MARQUÈS. Ah, esto tiene que ver con el mote que te colgaron del Repitolete.

PEP. Tontarías. Y el darecho a formar grupos musicales tampoco astaba racogido, y hemos tanido de ravandicarlo nosotros.

MARQUÈS. ¿Y para qué va a haber conjuntos musicales en una formación política?

PEP. Porque si me salen unos dasmandados que me ascridasan como al Rajoy, por lo menos que yo pueda contrarrastarlos con un aquipo de hinchas. Ya desde ahora, y medio de amagatotis, astamos formando un conjunto de mariachis que saldrán a cantarme el “Jalisco, no te rajes”, en caso de nasasidat.

MARQUÈS. Estás en todo, ¿eh?

PEP. Hombre, bade.

MARQUÈS. Yendo a lo que iba, ¿qué tal vuestro mitin?

PEP. Ah, fanomanal.

MARQUÈS. ¿Hubo personalidades de peso?

PEP. La flort y nata. Y, ahora que habblo de la flort y nata, hasta vino el consajal de Cultura de Trampanillo para antragarme parsonalmente la flor marsida. ¡Tuve una alagría...!

MARQUÈS. Estaría ya, la pobre...

PEP. Hombre, me la llavaron disacada, a fin y afecto de franart el proseso de dascomposisión.

MARQUÈS. Entonces, ¿acudieron peces gordos?

PEP. Gordos, gordos..., dapende de cómo se lo mire. El prasidente Montilla hiso acto de ausensia, porque tanía un compromiso indaclinabble con un ambajadort. El Narsiso Sierra tampoco no pudo comparasert. Es claro, cuando tiene de alagirt entre Caja o faja, ya se sabe que se queda con la primera.

MARQUÈS. Pero ¿qué personajes de relieve asistieron?

PEP. Mire, el Bustos, por ajemplo. Prasisamente le dije que ustet no podía asistir porque a aquella hora le hasían un homanaje al Acuestre. Y él lo comparó con el Sit Capayadort.

MARQUÈS. ¿A mí o al Ecuestre?

PEP. A ustet, por dascontado. Al dasirle que ustet se hallaba al Acuestre le vino a la mamoria aquel verso que hase así: “Polvo, sudort y hierro, el Sit cabalga.” ¿Eh que es una buena ocurrensia?

MARQUÈS. No, si al final haremos buenas migas con ese Bustos. Así que estás satisfecho de como os fue todo.

PEP. Un axitaso apabullante de púbblico. ¿Sabe que le dasía que contábamos con siento sasenta y pico de parsonas? ¡Pues pasaban de tresientas! ¡Ma, qué jantada!

MARQUÈS. Y respecto al contenido, ¿qué?

PEP. A la hora de los parlamentos, yo antré a la carga contra Convargensia por la récula de incumplimientos que lleva acumulados. Daspués prasantamos el númaro sero de nuestro pariódico sibarnético. ¿Lo ha vasitado ya?

MARQUÈS. No.

PEP. Pues no sabe lo que se pierde. Canela fina, ¿eh?

MARQUÈS. ¿Cómo se titula?

PEP. ¡Aquí Astamos!


MARQUÈS. No me convence. Yo hubiera preferido ¡Hasta Ahí Podíamos Llegar! Es más rotundo, a la par que mucho más elocuente. De todos modos, miraré de echarle una ojeada.

PEP. Bueno, la cabasera es en catalán, pero el resto se antiende.

MARQUÈS. No hay problema. Ah, ¿y qué tal el asistente aquel de Sentmenat?

PEP. Huy, me amargó la fiesta.

MARQUÈS. ¿Y eso?

PEP. Como que siempre astá con sus rodolines, viene disparado a mí y me aboca: “El senyor Vilaró dos té ben plena la senalla, i ara que s’ha fet famós es posa a jeure a la palla.”

MARQUÈS. ¡Vaya mentecatez!

PEP. Era eso que disen un bombón anvaranado. Ya de antrada, lo del Vilaró dos iba con sagundas, porque rasulta que a Sammanat hay otro José Vilaró y a mí me trataba de sagundón. Se ve que ancontró que el picapica era magro y se vangó de esta vil manera. ¡Es muy de dasagradasido esto de morder la mano que te da de comert!

MARQUÈS. Olvídalo. El caso es que, dejando aparte este minúsculo contratiempo, todo os salió a pedir de boca.

PEP. Sí; pero, quieras no quie
ras, estas cosas te mortifican, y cuando llagué a casa aquella sátira del Visente aún me tanía ancaparrado. Suerte que la Fransuás, con su tacto aspasial, se me acuesta y me dise: “No te lo tomes así, papuchi.” Y yo, que con el rose me pongo incandasente, ya tiene que me abalanso sobre ella disiéndole: “¡Ay, mi cuchicuchi!”, y... Bueno, no le asplico lo damás porque la cosa dajanararía en un verde subido.

MARQUÈS. Ya me lo imagino.

PEP. Que le asaguro que no se lo puede llagart a imaginart.

MARQUÈS. Bueno, pues ya no me lo imagino, pero déjame en paz. Hala, hasta la próxima. (Clic.)

PEP. ¿Sañor marqués? Ha colgado. Que ya se lo imagina, dise. ¡Qué se tiene de imaginart, si cuando yo y la Fransuás nos ponemos al rojo vivo se funden hasta los plomos de la comunidat de vasinos!